Por: Ricardo Gil Otaiza
Poema VIII
volver al pasado, quitar el polvo
del camino, sanar viejas heridas,
recoger palabras y afrentas. Pero
esto es imposible, el tiempo
envejece callado y deja en nosotros
huellas, pátina; marcas cince-
ladas y profundas. Ayeres que
fueron presente, futuro que
ya es pasado, horas dispersas, caídas
en la nada
cuánta insensatez de
nuestra parte al creernos eternos;
pensar que todo permanece cuando
la existencia se incinera a cada instante,
y sus cenizas vuelan en el aire
como aves que buscan ya sus nidos
oh, si pudiera retornar a lo vivido
y así mirar de nuevo a los ojos a
los cariños perdidos; si pudiera
hacerme perdonar por mis torpezas,
por lo no dicho y sentido, por las
ausencias que queman y lastiman,
por los adioses y olvidos; por las
sonrisas negadas, por la caricia
escondida, por los amaneceres extra-
viados a orillas de caminos. Si pudiera
volver al pasado sería tu ángel guar-
dián, y nunca más hubiese en mí un
poema herido
Tomado de mi poemario inédito Lumen El fuego interior
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