Por: Ricardo Gil Otaiza
Poema XIII
deshazte pronto de tus penas, mar-
cha a ritmo trepidante, llega a la cima
del Olimpo, pues es tarde en
el ahora. No vaciles un segundo, inci-
nera ya el hastío, haz de cada mo-
mento huella y destino
ven, apresúrate, la noche agota
callada su simiente, los espectros
yacen inquietos en las sombras; la
luz naciente coquetea con la aurora
e irrumpe sin permiso el nuevo día
ven, no hay tiempo que perder, el
cielo ha contado nuestros días, y ya
se asoman entre nosotros las pri-
meras marcas del olvido
ven, a galope sobre las horas, que cada
segundo gastado es un cruel desa-
fío; descubre tu rostro a las olas,
que el viento meza tu pelo, que ya
nada quede por decir entre nosotros
la luna se ha ocultado y
el sol enceguece, nada se detiene
en el isócrono batir del tiempo. Ven,
se hace tarde, y ya no vale volver
la mirada cuando todo se ha mar-
chado. Ven, no demores, es ahora;
la vida muere callada
Tomado de mi poemario inédito Lumen El fuego interior
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