Por: Ricardo Gil Otaiza
XLI
Somos alma encarnada, hálito de
vida en busca de destinos, sueños
trazados desde lo insondable que ha-
cen de nosotros eternidad y olvido.
Nada responde a un azar de leyes
inescrutables, si antes no nos es dado el
lumen de la existencia; a partir
de entonces nace nuestra historia y
se muestran claros los designios.
trazados desde lo insondable que ha-
cen de nosotros eternidad y olvido.
Nada responde a un azar de leyes
inescrutables, si antes no nos es dado el
lumen de la existencia; a partir
de entonces nace nuestra historia y
se muestran claros los designios.
Somos río que fluye y sus aguas van
llevando consigo anhelos y experien-
cias. Como piedras vamos cambian-
do de forma y nos hacemos parte y
todo de una misma conciencia. Nues-
tro diseño es perfecto, sincronizado con
un mismo latir, pero cada paso que
damos solo responde a nuestra voz interior.
Somos portento lanzado al mun-
do y en cada accionar vamos dejan-
do huellas, atisbos de emociones,
recuerdos guardados para siempre.
Nos quedamos y nos vamos, somos y
no somos, y en esta perenne ambi-
guedad transcurren nuestras vidas,
se tejen nuevos planes, se forjan los
caminos.
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