Por: Ricardo Gil Otaiza
VEJEZ DORADA
Subes por peldaños
(de
Plata por la vida,
alejas el hastío con
vanas preocupaciones
que te dejan exhausto.
Algún día llegas,
o te frustras, tiñes
tu rostro de ceniza y
(hiel
y tu cabello
se cubre de nácar.
Volteas la mirada
y percibes el polvo
levantado en el
andar, y ya
no recuerdas.
Tu cuerpo cansado
denota fatiga,
y al verte
frente a ti,
no te reconoces.
La piel no es la misma
de ayer.
No eres el mismo
de antes.
El hoy nos resulta extraño.
Tomado de mi libro Corriente Profunda (Vicerrectorado Académico de la Universidad de Los Andes, 1998).
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