Por: Ricardo Gil Otaiza
I
Vértigo y desenfreno, olvidadas
ofrendas sobre el altar de mi nombre,
repudio de la razón perdida. Con cada
vuelta al sol se agolpan tus silencios
entre la nada, hasta hacerse eco sordo
del desvarío
busco entre las grietas las huellas
del ayer, y solo hallo polvo seco
como costra en plena madrugada.
¿A dónde se fueron las voces que
contaban alegres mis días? ¿Quién
me mira ahora entre las sombras?
llegan a mí reminiscencias de una época
lejana, como ramalazos de recuer-
dos de tiempos ajenos. No sé cuándo
me perdí entre las hojas secas,
porque absorto en pensamientos
no conté con el mañana
grito sin que mi estentórea voz
se escuche, quizá esté des-
dibujado. Tal vez ya no exista.
Me sumerjo en el sepulcro de
tu olvido
Tomado de mi poemario inédito Lumen El fuego interior
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