Por: Ricardo Gil Otaiza
Poema XVI
lo vivido me contiene en esencia,
y de su substancia me nutro
en el desvarío siniestro de cada
día. De pronto, ráfagas, fogona-
zos de recuerdos, hilos sutiles que
apenas me sostienen,
hiato profundo de sensaciones, fechas
y nombres olvidados, ayeres abigarrados
en el ser para continuar existiendo
cada objeto es testigo del pasado y sus
desvencijados rostros me cuentan del
tiempo ido, de lo no dicho entonces
pero articulado, de las calles reco-
rridas, de los paisajes admirados, de
la lúgubre neblina en cada amanecer,
del sol de la tarde, del ardor de la piel,
de las ansias agolpadas en el pecho
hasta convertirse en llanto
todo, todo está aquí, me contiene, lo
contengo, me miro en sus ojos a cada ins-
tante y me reconozco, pero no soy yo:
la vida ha dejado en mí huellas profundas.
La melodía cantada, el libro leído, la
ropa gastada en el recorrido. Todo
está y no está, todo es y no es; en
esa ambivalencia me dirimo hasta perder-
me en sus laberintos, y caer exánime
de horror
Tomado de mi poemario inédito Lumen El fuego interior
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