Por: Ricardo Gil Otaiza
Poema XVIII
un mundo que agoniza, animales y pla-
tas en retirada, el clamor frente a la sierra
y la devastación, llorar en silencio lo
perdido. Ser la voz que clama en el desierto,
gritar aquí y allá los errores cometidos,
ver renacer en los ojos de quienes
me escuchan una luz de esperanza.
Oh, ¿qué hemos hecho con todo? ¿Quién
podrá lanzar la primera piedra? ¿En dón-
de se halla el fiel de la balanza? ¿Qué será
del porvenir?
nada de lo perdido volverá a nosotros,
se ha esfumado entre las manos, por más
que golpeemos el pecho y clamemos de
dolor, lograremos revertir el ominoso
destino. Delfines y ballenas atrapados en
redes de polietileno, bosques socavados en
sus entrañas, ríos y prados convertidos en
desiertos; la vida enciende sus últimas
alarmas
ya nada será igual, hemos roto con el pa-
sado, los glaciares nos dicen adiós; la
las tradiciones y las etnias se despiden.
¿Qué fue de la razón ilustrada? ¿En dón-
de encontrar la lucidez? ¿Hasta cuándo sopor-
tará la Tierra tantas heridas? ¿Podrá una
nueva conciencia frenar el inminente
abismo?
Tomado de mi poemario inédito Lumen El fuego interior
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