Por: Ricardo Gil Otaiza
DESEOS
Te miro
(y
me miras.
Nos miramos con
cierta intensidad.
Tu cuerpo delineado
despierta en mí apetitos
y deseos voraces.
Cada vez que nos vemos
nos brillan las pupilas como
luceros plantados
en una noche
infinita
(y espesa.
Por fin nos encontramos
y las manos
(y la boca
no alcanzan
a palpar lo que las miradas
intuyeron.
Tomados
(de las manos
la mirada nos devuelve
la voracidad
(perdida.
Tomado de mi libro Corriente Profunda (Vicerrectorado Académico de la Universidad de Los Andes, 1998).
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