Por: Ricardo Gil Otaiza
TECNOLOGÍA
¿Qué haces hombre,
que tus manos
ignoras?
Adónde vas
a parar si las
máquinas
te vencen
y te desangran.
¿Cuál amigo te recordará?
¿Quién te acompañará?
¿Cómo guardarás tu cuerpo
amortajado en vida?
Has roto por siempre
tu condición de ser
diseñado para
la eternidad.
Ya no eres hombre,
ni mujer,
ni niño,
ni anciano.
Eres un esclavo
indigno
de perdón.
Tomado de mi libro Corriente Profunda (Vicerrectorado Académico de la Universidad de Los Andes, 1998).
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