
Por: Ricardo Gil Otaiza Vmuy pronto quedó el nidovacío, la casa se me vinoencima. Hablo con la nadaen las horas del encuentro conlas sombras, y mi estentórea vozdenuncia con sus ecos lo impo-sible del ahora. ¡Qué solo he que-dado en mi propio mundo!me paseo inquieto entre lascosas y a ratos...