Por: Ricardo Gil Otaiza
Cuerpos
I
Alma, por qué te regocijas en el dolor si es
tan corto el tiempo por vivir.
Juntemos las manos y alcancemos entre los
dos ese sueño que nos fue negado.
Arranquemos a las sombras luces para
caminar erguidos. Bajemos las persianas para
que los rayos de incandescencias no nos
deslumbren en un solo intento.
Mira mi rostro pálido y frío de soledad.
Toma mi mano vacía y llena tu cuerpo.
Toma mi piel y fúndela con el calor que solo
es posible cuando hacen combustión
los que se aman.
II
Toma mi llama y hazla inmensa en tu
presencia. Devela mis ojos que buscan tu
mirar. Si tan solo pudiese tocarte con la
punta de los dedos, de seguro que
te tendría por siempre.
Tomado de mi libro Manual del vencedor (Talleres Gráficos Universitarios, 2001).
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