Por: Ricardo Gil Otaiza
Extraño sortilegio
I
Veo el patio soleado de mi casa grande y me
ubico en el medio. Como en una película
recorro las estancias y me abate la tristeza.
¿Dónde está el sol? ¿Adónde se fue mi
persona? ¿Por cuáles extraños caminos se
perdió lo que soy ahora?
Hubo un tiempo en el que fui tímido e
inocente y todo ello se desvaneció como lo
hace el cielo en contacto con el mar;
y apenas lo notamos.
Atrás quedaron el triciclo, las metras y la
perinola, pero a cambio he recibido el caos
de un mundo perverso y cruel.
II
Por extraño sortilegio dejamos de ser niños y
en el trance perdemos lo más bello:
asombrarse ante la nada, sentir el gozo
inmenso de ver abrirse una flor, ser felices
frente a un cielo surcado por aves
migratorias que nunca reconoceremos.
Crecemos y se nos trunca la esperanza de ser
grandes. Nos convertimos en personas que
jamás llegaremos ser.
Podemos ser lo que anhelamos.
Tomado de mi libro Manual del vencedor (Talleres Gráficos Universitarios, 2001).
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