Por: Ricardo Gil Otaiza
Paz
I
Cruzamos los caminos paralelos: ¡qué gran osadía!
Rompimos con las leyes matemáticas,
alteramos la razón.
Por dentro un magro frío corroe mis huesos;
un hálito de esperanza se me cuelga como corbata.
Cansado exhalo humo de torrentes,
mi cuerpo queda ausente de deseos…
desaparece la creación.
Siete días después reviso sin pudor tu libro,
y encuentro escrito el destino que
tuerce su isócrono hastío.
II
Basta ya de duelo, me digo abatido,
lancemos a la nada el muerto que
ensombrece mi alma.
Sobre hombros lo llevan a su tumba,
renace en mí la paz que requiere mi alma.
Tomado de mi libro Manual del vencedor (Talleres Gráficos Universitarios, 2001).
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